Atardecer Warscheurbruecke Berlín

Desde que he dejado de vivir en Berlín, cada invierno la ciudad me tienta con una visita. La excusa no es otra que la Berlinale: ese festival que suena a grande a muchos (y lo es), pero que en realidad se convierte en uno de los más accesibles por muchos premios que reparta. Si hay algo que caracteriza a la Berlinale y su ambiente, es que los berlineses se vuelcan en ello. Además, con esa ciudad tan relajada y excitante como escenario, los encuentros casuales con todo tipo de personajes, son más que probables. La Berlinale no es solo fascinante por el ambiente, sino por el variado contenido que te encontrarás en la agenda. Yo recuerdo aun con una sonrisa la historia brasileña de amor de un chico ciego (y gay), o la angustia ante el inquietante diálogo entre un padre y una madre en un cementerio en el que rinden…

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