Lisboa, muy noble y siempre leal.
[space_40] Fue cuestión de pocos segundos, salimos de la blancura cavernosa de la estación de Baixa Chiado para dejarnos bañar por otra blancura, mucho más limpia y lozana, la luz de una Lisboa que se antoja muy antigua pero con la plenitud de una decadencia hípster. Una Lisboa muy noble y siempre leal. Partimos de una Lisboa venerable y descolorida y volvimos a una Lisboa que poco a poco va recuperando su colorido de antaño, edificio a edificio, pared a pared, jardín a jardín. Fue un encuentro maravilloso salpicado de muchos recuerdos y demasiados descubrimientos, tantos que nos daba la impresión de que no volvíamos a la misma ciudad, que aquella Lisboa de nuestros sueños había desaparecido. Pero no. Allí estaba, simplemente se había sacudido un poco el polvo para revelar todos sus tesoros y liberar la creatividad de sus ciudadanos adormecidos. Nuevamente nos olía a Alfama, a sardinas y…