[space_20]Cada año se repite y miles de personas acudimos a redescubrir Barcelona. Llum Barcelona 2017 es un festival que aporta una visión diferente al casco antiguo de la ciudad. Este año, como novedad, se extiende a los barrios del Born y el Raval, abarcando toda Ciutat Vella. Aquí os dejo mi repaso más particular tras dos días de LLUM.
Será el último año que lo disfrutamos en el centro de Barcelona, ya que en 2018, se muda al Poblenou. Llum Barcelona adquirirá entonces una dimensión que lo acerca al resto de festivales de iluminación de Europa.[space_20]
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Itinerarios más largos
Como decía, la principal novedad de este año es que el festival se extiende a ambos lados del Barrio Gótico. El año pasado ya lo hacía tímidamente hacia el Borne, pero en esta edición cruza también las emblemáticas Ramblas. El Born, de hecho, se convierte en uno de los puntos más calientes con la inclusión del Antiguo Mercat del Born y su múltiple propuesta. Eso sí, no ha faltado la polémica con la retirada de la pieza de los estudiantes de Bellas Artes.
Por otra parte, el Raval nos invita a reflexionar en la inclusión de los ciudadanos en las políticas de dinamización de los barrios. Lo hace a través de la instalación más larga: RavalKm0. Dicha instalación nos lleva a lo largo de Joaquin Costa hasta la calle de Hospital. A su fin esperará la exposición de gegants en el Palacio de la Virreina.[space_20]
El Barrio Gótico ve unidas las rutas en torno a la catedral y las calles más próximas al mar. Lo hacen dejando más espacio entre instalaciones y permitiendo que el público fluya, siempre orientados por las ya típicas lámparas con cadenitas (de color de plata en esta zona).[space_20]
Las escuelas vuelven a brillar.
Como explicaba hace unos días en el repaso de 2016, las escuelas son las encargadas de iluminar los patios. Los transforman y abren las puertas de manera diferente para visitantes y locales. Si el año pasado la característica más repetida era el humo, este año lo es el minimalismo y la sutileza. Esto es, tal vez, consecuencia de lo ambicioso que se habían sido en 2016. Tocaba dar un respiro a unos estudiantes supermotivados y a sus entregados tutores de proyecto.[space_20]
[space_20]Este año mis favoritas han sido tres, y no es de extrañar que estuviesen entre las elegidas del jurado de los premios. Por una parte la pieza más rotunda ha sido ORBIS, con una ejecución impecable y un efecto hipnotizante a través del minimalismo de un neon circular y una proyección que elogiaban a la sombra.
Por otra parte, la pieza más estética con una llamada a la interacción de actualidad e historia de la ciudad. Hablo de ADN BCN, de IED Barcelona, que se hacía dueña de uno de los espacios más complejos de todo el itinerario. Su integración en la verja del porxo del Saló del Tinell y su lectura del espacio que ocupa la convierte en una de las mejor desarrolladas y ejecutadas también a nivel conceptual.
Por último, Clarobscur ha sabido jugar con una instalación que evita el derroche tecnológico de las anteriores. Se apodera de uno de los patios más populares del festival, el Palau Centelles, evocando la época entre tinieblas y luces en la que fue construido.[space_20]
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