[space_20]Turismo de La Palma nos propuso un viaje gastronómico (#Lapalmaconsabor), conocer la Palma, la Isla Bonita a través de sus sabores, pero lo que descubrí fue más allá. Descubrí, como bien sospechaba, que las islas son puentes entre culturas y sabores; y descubrí un puente hacia mi hogar que a partir de ahora será muy difícil de olvidar.
En un espacio acogedor, lleno de música y gente empezamos a viajar a través de La Palma y sus herencias culturales con unas croquetas de puchero con un toque de caviar de uva de Malvasía y aderezadas, además, con la potente voz de Mónica un torrente de mujer y de chef que amenizó la noche con Fólias canarias. He de decir que al levantarse el olor de las croquetas y comerlas, pocos no se vieron pensando en su abuela, en comida reconfortante de domingo servida por manos arrugadas pero suaves que te quieren alimentar a traición, mientras la malvasía explotaba en la boca recordándonos que estamos en la patria de la gastronomía experimental.[space_20]
[space_20]Luego pasamos a una ensalada sencilla pero variada, mientras el vino empezaba a subir los ánimos y la música cubana nos recordaba que La Palma es un amasijo de músicas, colores y sabores de aquí y de allá, lo que confirmé con la presencia de plátanos fritos y aguacate, dos manjares que esta alma viajera lleva referenciados en su ADN colombiano. El puente ya estaba trazado y cuando probé el plátano perfectamente frito y crujiente fue simplemente cruzarlo para sentirme en un mediodía de sol y humedad en Colombia, solo para volver a España al sentir del dulzor del azúcar glas que acompañaba el plátano, toda una osadía pero un gran descubrimiento culinario. El puente siguió mandándome de un lado para otro con esta ensalada, ya fuera con el aguacate y el mojo de cilantro o el fuerte sabor de la corvina y la acidez del vino El Níspero, que solo por su nombre me lleva a Colombia a mi abuela Carmen Teresa.[space_20]
[space_20]Pero uno de los sabores que más se quedó en mi retina, por ser totalmente nuevo para mí, fue el del Gofío, una preparación a base de cereales que se amasan con agua y, en este caso, miel de caña para crear una especie de pasta con una textura muy particular y un sabor indescriptible, entre salado y dulce, entre mar y montaña. Un gran acompañamiento para un cabrito con mojo rojo palmero y papitas arrugás (porque son Papas, no patatas).[space_20]
[space_20]Y por supuesto, cómo no podía ser de otra forma, flipé en colores con el magnífico postre que como un puzzle Mónica y Juan Carlos nos prepararon. Crumble, Sopa de piña fresca y dulce, Crema de yogurt de queso de cabra y marquesote, un bizcocho digno de cualquier convento con monjas que tienen el don de saber preparar postres; ingredientes que teníamos que montar para crear nuestro propia versión, pero dado la calidad de los ingredientes, sea cual fuere el resultado teníamos la seguridad de que quedaría increíble. Así que ni corta ni perezosa mojé el marquesote con mucho jugo de piña, espolvoreé un poco de cumbre por encima y le di un par de toques de yogurt. No sé cómo habrán quedado los demás, pero el mío estaba alucinante.[space_20]
[space_20]Así que en esta noche de herencias culturales transatlánticas, probé un poco de La Palma, Cuba y Portugal, me teletransporte a Colombia (gracias Turismo de La Palma) y conocí sabores que definitivamente necesito volver a probar.
El proyecto #LaPalmaConSabor busca dar a conocer La Palma desde un viaje sensorial a través de sus sabores, te invito a descubrir este hashtag y visitar http://www.visitlapalma.es/ como un aperitivo del viaje, que gracias a lo que verás, será inminente. Debo agradecer también a Blog on Brands por su gran trabajo al ponerme en contacto con este gran proyecto gastronómico y viajero por igual.[space_20]
Guau! Me has hecho cruzar el charco varias veces. Idas y vueltas de sensaciones entre tu tierra y La Palma. Se ve delicioso, se saborea solamente leyéndolo. ¿A dónde decías que poníamos rumbo? 😀