Cuando insisto en que hay que buscar excusas para viajar, no es en vano. Gijón es, por mil razones, un destino apetecible y recomendable, pero se convierte en algo especialmente fascinante cuando el denominado Laboratorio de Electrónica Visual (LEV) se apodera del centro y de la joya arquitectónica gijonesa, la Laboral.
“Laboratorio” es un eufemismo para “festival”, pero pronto veréis que hay suficientes razones para darles la razón. El festival LEV propone diferentes maneras de acercarse a la electrónica. Aquí os dejo un repaso que se convierte en un perfecto plan para el puente del primero de mayo. Las fechas del Festival LEV en 2023 coinciden con el puente del 1 de mayo, con la programación principal ocurriendo la noche del viernes 28 y sábado 29 de abril.
Un festival de electrónica pausado
Cuando pienso sobre la principal cualidad del festival LEV me quedo con su factor local, tranquilo y entre amigos. Pese a reunir a nombres fascinantes de la electrónica, no tendremos que empujar ni hacer largas colas. Todo se desarrolla en un espacio gigantesco, la Laboral, haciendo uso de sus emblemáticas localizaciones a lo largo del día.
Pese a las dimensiones, hablamos de un único escenario en diferentes ubicaciones. Cada momento del festival se desarrolla en un lugar diferente y esto imprime un carácter diferente a cada fase. Desde un distendido vermut electrónico en las canchas deportivas, a sesiones de DJ en una sala de pinturas y hasta las naves para el cierre en modo club.
Pero lo más impresionante de este festival, al menos para un primerizo como yo, es la parte que se disfruta sentado. Sí, sentado. Más de dos mil butacas se ocupan durante 3 horas con un ansioso público que espera los mejores audiovisuales, en directo o no, acompañando al mejor ritmo (esta, ya claro, en directo).
El Festival LEV como parásito creativo
Y si muchos creen que dejar el festival alejado del centro significa darle la espalda, están muy lejos de la realidad. La Laboral es un lugar emblemático: la universidad, un centro de exposiciones, un teatro. En definitiva, el corazón de la cultura contemporánea que late con intensidad en cuanto llega la primavera (durante el invierno, cual oso pardo, entra en un letargo que cierra sus espacios expositivos).
Pero además, el festival de electrónica visual cobra más vida todavía aprovechándose de espacios del centro que gritan deseosos de ser intervenidos. Se acerca a todos los ciudadanos (permanentes o temporales) con instalaciones creativas, hipnóticas, fotogénicas… que invaden espacios tan diferentes como capillas o instituciones.
Las cinco instalaciones repartidas por el centro de la ciudad suponen despertar el interés por un nuevo arte que ya es tendencia. No es casualidad que muchas ciudades europeas apuesten por los festivales de iluminación y del digital media.
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Un privilegio diferente
Cada vez que a uno le ponen un brazalete en un festival, le entra una extraña sensación de poder o popularidad. En el caso del LEV es tal vez más notorio al saber que eres uno de los pocos miles con una entrada. Pero no confundamos lo cuantitativo con lo cualitativo. El LEV es un festival consolidado, con un público fiel más allá de las fronteras de Asturias y un cartel subversivamente goloso. Pero solo unos pocos disfrutarán de la comodidad de sus espacios y la calidad de su cartel.
Los precios distan mucho de lo que grandes festivales cobran, y es que se supone que el riesgo de lo alternativo desciende los precios. Fuese como fuere, los abonos abonos de LEV 2023 cuestan 70€ para 2 noches (viernes y sábado). Precios sorprendentes para un festival que te dejará los ojos abiertos.
Entre actuación y actuación tienes un descanso para salir a por algo de comer o beber, pero no lo podrás meter dentro del teatro. Comer en el festival no saldrá claro, pero te dejará saciado con un buen bocata de cachopo por apenas 5€ (y evitar la denominada muerte por cachopo que experimentaba Juana también en Asturias)