Berlín es la más bella de las ciudades imperfectas; una ciudad que siempre tuve lejos de mis itinerarios de viajes soñados, pero que hoy en día logra que busque excusas para volver cada vez que puedo. Una ciudad eternamente cambiante que me frustra y enamora en igual medida y que me invita, sin esforzarse en absoluto, a volver una y otra vez.
Berlín es un amasijo de buenas intenciones y de malas intenciones que se reflejan en su trama urbana. Una ciudad que ha crecido convulsa y accidentalmente, víctima de todo tipo de vejaciones urbanas, históricas y totalitaristas. Es un manojo de errores y aciertos que deja todo tipo de espacios que dejan la sensación de ser retazos de algo que debió ser y nunca fue.
Pero he ahí su encanto, cada uno de esos retazos tiene su propia historia, su propia evolución y un carácter que se imprime en la forma como la gente los vive y experimenta. Retazos de ciudades distintas y antagónicas que te envuelven, para nunca dejarte ir. Así, te quedas atrapado en sus barrios coloridos y políglotas, atravesados por un muro que nunca debió existir y en las culturas de cientos de países diferentes cuyos habitantes encontraron en esta mágica ciudad un segundo hogar. Un muro que en un inmenso ejercicio de justicia poética se ha convertido en un elemento que lejos de separar, une la ciudad como una gran costura.
Berlín es la imperfección en estado puro, cientos de pequeños caos unidos por hitos, muchas veces crudos e inspiradores, que la convierten en una ciudad de mil ciudades y de miles de arquitecturas. Solo hay que caminar de Alexanderplatz hasta la Museumsinsel, para pasar de la arquitectura desangelada y fría que nos deja esta emblemática plaza, a la poesía de las líneas neoclásicas de los museos construidos por Schinkel y sus seguidores. O perderte en el Tiergarten para descubrir un experimento urbano de los más grandes arquitectos del siglo XX en Hansaviertel, uno de estos retazos de Berlín, escondido entre el parque y el río Spree.
Berlín es una meca de creatividad, lujuria, arte, horror, diseño, historia y cultura que nos recuerda que todos, en algún momento, podemos ser héroes. Y que te recuerda, en cada esquina, que no se vale olvidar.
Berlín es indomable.